Una Cuaresma a través de la pantalla

En las últimos semanas el Coronavirus ha obligado a la hermandades a suspender sus actos de Cuaresma: quinarios, triduos, septenarios, conciertos, etc. El confinamiento tiene a todos los cofrades en casa. Aun así, algunas se han resistido y, con la tecnología como aliada, han conseguido trasladar la imagen de los titulares en los templos o la celebración de los cultos a sus hermanos.
Por vía telemática la Archicofradía de Pasión ha invitado esta semana a sus hermanos a participar desde casa del Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús de la Pasión. A las 20:30 un vídeo colgado en Youtube servía como guía para rezar y escuchar las homilías. Siguiendo este esquema se está celebrando también los septenarios a Nuestra Señora de los Dolores en la Archicofradía y a Santa María del Monte Calvario.
Otro ejemplo es el de la Archicofradía de la Esperanza que propone visitar a los titulares desde casa. La corporación perchelera tiene abierto una ventana en streaming las 24 horas con la señal de la Basílica en directo. Todas las mañanas los hermanos pueden seguir el rezo del Ángelus
Además, otras muchas cofradías están ofreciendo a sus hermanos oraciones y reflexiones diarias como ayuda para vivir la Cuaresma desde sus redes sociales. A destacar el gesto del párroco de Santiago, Rvdo. D. Miguel Ángel Gamero, que ha grabado estos días vídeos dedicados a los hermanos de cada cofradía que se aloja en el templo junto a las imágenes.
Bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco

A causa de la grave crisis sanitaria del COVID-19, el Papa Francisco ofreció el pasado viernes una extraordinaria bendición ‘Urbi et Orbi’, que habitualmente se suele impartir el Domingo de Pascua y en Navidad. El Pontífice invitaba a todos los cristianos a que «la oración sea nuestra arma vencedora«, a que es el tiempo de «restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”.
El Papa comenzaba su reflexión con unas palabras al hilo del Evangelio según San Marcos (5, 35): “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”.
En el centro de una plaza de San Pedro completamente vacía, a oscuras en el atardecer y bajo la lluvia, el Papa pedía al Señor que bendijera al mundo: “Nos pides que no sintamos temor, pero nuestra fe es débil y tenemos miedo”.