325 años de Humildad

El próximo viernes 4 de octubre la imagen del Cristo de la Humildad saldrá del Santuario de la Victoria camino de la Santa Iglesia Catedral para celebrar el 325º Aniversario de la Hermandad. Al día siguiente, en la mañana del sábado 5, se celebrará una Misa Estacional en el altar mayor y, a partir de las 18:00, regresará al barrio de la Victoria recorriendo las principales calles del casco histórico y Lagunillas.
Durante este reportaje navegaremos por la historia de la Hermandad prestando especial atención a las efemérides más importantes en estos años de vida. En la elaboración de este artículo se ha consultado el archivo de la Hermandad de la Humildad, así como las ediciones de la revista “La Saeta” de 1925 y 1986.
FUNDACIÓN Y AUGE EN EL SIGLO XVIII

El 30 de abril de 1694, un grupo de personas reunidas en el Real y Militar Convento de la Madre de Dios de la Merced decidieron fundar una Hermandad que, bajo el título de Humildad, mostrase en su trono procesional la Sentencia de Jesucristo representada en el Evangelio según San Mateo 27,24: «Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros«.
Esta idea coge forma y ve la luz gracias a la filiación con la ya existente Archicofradía de la Sangre. En la redacción de las primera reglas, aprobadas el 21 de mayo de 1696, se fijó una edad máxima de sesenta años –en la época las Hermandades se formaban para correr con los gastos y organización de las sepulturas de sus hermanos– para entrar en la corporación; así como la necesidad de ser cristianos adultos y no haber sido sancionados por el Santo Oficio ni haber incurrido en herejía. El 4 de abril de 1695 se nombraron Hermanos Mayores a José de Burgos y a Miguel Rojano. La redacción de los Estatutos definitivos concluyó en 1696.
En febrero de 1733 se celebra un Cabildo General con objeto de aprobar la construcción de la capilla y un año después se aprueba el encargo de un tabernáculo a Salvador Cordero y se encargan diversos enseres.
En el s.XVIII la Hermandad se independiza. Desde su fundación hasta 1754 -año en el cual se firma el primer contrato con un imaginero-, según los datos que conserva el archivo de la corporación se contemplan dos opciones sobre la talla a la que los hermanos rendían culto: existe la posibilidad de que fuese prestada por un particular, pero no se descarta la opción de que, al estar estrechamente unidos a la cofradía de la Sangre, fuese una imagen cedida la Archicofradía. Por aquel entonces a la Humildad se le conocía popularmente, en sintonía con su antiguo misterio, como «el balcón de Pilatos».
EL DECLIVE DEL SIGLO XIX Y LOS INTENTOS DE REORGANIZACIÓN DEL XX

La fase progresista de la Revolución Liberal trajo consigo las desamortizaciones de 1837 de Mendizábal, lo que obligó a la Humildad a abandonar su sede en el Convento de la Merced para ocupar una de las capillas de la Parroquia de Santiago.
Los constantes actos revolucionarios de la época llevaron a la Hermandad a no efectuar su estación de penitencia de 1896 a 1923, cuando el Rey Alfonso XIII le otorga el título de «Real», se adquiere un nuevo trono y se integra en la Agrupación de Cofradías, de la que formó parte activa en su fundación en 1921. En 1924 el Cristo salió el Lunes Santo pese a las disputas internas que afloraban en el seno de la corporación. En 1925 y pese a anunciar la salida penitencial, la cofradía dejó de procesionar.

En 1929 un conjunto de estudiantes intentó reorganizar la Hermandad efectuando las gestiones pertinentes, pero no lo lograron. Dos años después, la talla de Jesús de la Humildad se quemó en las revueltas del 11 y 12 de mayo de 1931. Otras imágenes de la Iglesia de Santiago como la de Jesús ‘El Rico’ o la de la Virgen del Amor también se perdieron.
Unas décadas más tarde, en 1975, se recogieron un buen número de firmas con el objetivo de promover el resurgir de la Hermandad de Jesús de la Humildad sin éxito. La ciudad tendría que esperar hasta 1983 para ver su reorganización definitiva.
EL RESURGIR DE LA HUMILDAD
Un grupo de cofrades encabezados por Juan Casielles se reúnen en torno a 1978 con la vista puesta en la reorganización de la cofradía. El 30 de noviembre de 1983 se hizo realidad. Fue entonces cuando el Obispo, Rvdo. D. Ramón Buxarraiz Ventura, aprobó las Reglas de la Hermandad.
Durante esos cinco años de transición se rescataron las Reglas, se encargaron y se bendijeron las dos imágenes titulares –el Cristo a Francisco Buiza y la Virgen a Luis Álvarez Duarte– y se llevó a cabo la restauración del altar situado en el Santuario de Santa María de la Victoria.

El 15 de abril de 1984 el Ecce-Homo volvería a recorrer el casco histórico de la ciudad. Aquel Domingo de Ramos la corporación victoriana se dirigió al primer templo de la Diócesis de Málaga para efectuar así su estación de penitencia de nuevo. El 29 de junio de ese mismo año los hermanos escogieron en Cabildo de Elecciones a Juan Antonio Quintana Urdiales como Hermano Mayor, jurando cargo su nueva Junta de Gobierno el 21 de septiembre.
Culminado el proceso de reorganización, los esfuerzos de la Hermandad estuvieron puestos en regresar a la vida de la Agrupación de Cofradías (1986), en la realización de los tronos de sus titulares, y en la bendición del San Juan que acompaña a la Virgen, obra también de Álvarez Duarte. Tras la vuelta a la normalidad, el único titular que realizaba su estación de penitencia a la S.I. Catedral era la imagen del Señor. A partir de 1996 se incorporó la imagen mariana: Nuestra Madre y Señora de la Merced.

En el año 2000 el Cristo de la Humildad fue una de las imágenes que participó en el Vía Crucis Jubilar, formando parte del rezo de las estaciones ante la fachada principal de la S.I. Catedral. Hace unos meses, con motivo del 800º Aniversario de la Orden Mercedaria a la que la Hermandad está estrechamente vinculada, la Virgen de la Merced recorrió las calles del barrio de la Victoria en Rosario Vespertino.
325 años después, la Hermandad que nació en el Convento de la Merced, que creció en Santiago y que se reorganizó en el Santuario de la Victoria se ha convertido hoy en un eslabón crucial de la Semana Santa de Málaga.