Sin subvenciones no hay paraíso

Detalle de Judas en el grupo escultórico del Rescate | Arturo Higueras

Estarán conmigo en que este es el periodo estival más difícil para los cofrades. Hace apenas dos semanas nos quedamos sin la Virgen del Carmen y ahora, si todo fuese normal, estaríamos investigando los mejores horarios para las casetas de Feria de las Hermandades. Vivimos en una hibernación sin fecha de vuelta, en una burbuja que sólo romperá el primer toque de campana que
escuchemos. Cuando sea. En mi caso, este sempiterno cerrado hasta nuevo aviso que sufrimos los cofrades se vio interrumpido hace unos días.  

Recibí el otro día la entrevista de José Cretario a Ignacio Valduérteles, economista y hermano mayor de la Soledad de San Lorenzo, en el ABC de Sevilla. Valduérteles dirige una de las hermandades con más solera de la Semana Santa hispalense y, tras ser preguntado sobre el efecto de la pandemia, respondió: “Ahí existe un problema. Se estaba acostumbrado a vivir de las subvenciones, pero no se puede mantener una organización dependiendo de aportaciones que a su vez dependen de muchos
factores que no controlo. Cuando ese modelo se ha puesto en crisis, se ponen en crisis muchas cosas”.

Llevemos esto a Málaga. Me viene a la cabeza esa muletilla que muchas tienen en su nomenclatura: “Hermandad de culto y procesión”. Algunas de ellas sabemos que la mitad del presupuesto viene de subvenciones e ingresos externos varios. Visto lo visto, quizás el orden de algunas debería ser el de “Hermandades de procesión y culto”.

El escenario COVID abre esta nueva situación. Con una Semana Santa 2021 con más sombras que luces, las hermandades están obligadas a reinventarse y seguir un modelo de gestión basado más en el culto y, luego, la procesión. Por ese orden. Probablemente siempre debió ser así. Sobre el papel las cosas siempre parecen más fáciles, pero creo que todos coincidiremos -incluso los que lo viven en sus propias carnes- que la viabilidad de una Hermandad no debe reposar en que la Agrupación ingrese equis dinero con los abonos de las sillas o que el Ayuntamiento aporte equis para un proyecto patrimonial. 

Ahora bien, ¿cuántas hermandades malagueñas serían capaces de ser autosuficientes y aplicar este modelo? De las cuarenta y tantas corporaciones de Pasión, ¿cuántas tienen un capital humano como para sostener la pérdida de las subvenciones? Un debate tan controvertido como necesario. Me temo que, aunque todos tengamos algunos nombres en la cabeza, no estamos preparados para afrontar esta cruda realidad.

Lo que sí tengo claro es que, si Cretario hubiese preguntado sobre las subvenciones por estas tierras, más de un hermano mayor no le hubiera quedado otro remedio que responder siguiendo en el estribillo de aquella mítica canción de Los Ronaldos: “No puedo vivir sin ti, no hay manera…”. El próximo 2021 estas ayudas, como tantas otras cosas, quedan en el aire y las Hermandades peligran. Quien dio un enorme paso hacia delante, igual demasiado pronto, puede terminar dando dos hacia atrás. Yo me entiendo.