¿Qué te voy a decir yo que tú ya no sepas?

Dos nazarenos del cortejo de Pollinica conversando | Arturo Higueras

¿Qué te voy a decir yo que tu ya no sepas? Como si de una lenta agonía se tratase, el paso de los días nos hizo conscientes de que este año no iba a ser igual. La decisión se prolongaba en el tiempo mientras la cruda realidad se imponía en el corazón de todos los cofrades. Noticias y noticias se sucedían en la espera de lo que ya sabíamos y que preferíamos no conocer. Hasta que llegó el día en que se hizo oficial lo oficioso: este año todo iba a ser diferente. 

Por primera vez no se nos abrirá el telón de la historia más bella jamás contada. La de un Jesús de Nazaret que, por amor, dio su vida por los hombres. De una historia que tantos conocen, pero que pocos viven con el fervor que se vive en nuestra tierra. No se agitarán las palmas en la mañana del Domingo y Jesús no bendecirá la ciudad a lomos de un pollino. Esta vez, el mayordomo no dará los toques de aviso porque no tendrá nadie al que avisar. No habrá nervios, bullas, carreras, ni prisas por llegar. Ninguna madre planchará por primera vez la túnica para su niña, ni buscará entre un cortejo los ojos cansados de su niño nazareno.

Callarán las palmas que van detrás de su espalda morena. No habrá claveles rojos para Él, ni claveles blancos para Ella. No habrá ensayos, porque no hay camino que ensayar. No sonará ese solo de corneta en esa plaza, ni esa marcha en esa esquina. No caerán pétalos sobre su palio malva y no cantarán aquello de “la muerte no es el final”.

Esta semana no bendecirás Málaga pisando el romero de tus calles. No encontrarás olivo que te cobije, ni Cirineo que alivie la carga de tu pesada cruz. Elevaremos la mirada al cielo y no veremos tus ojos misericordiosos. Esta vez solo encontraremos el reflejo de la luna llena.

No habrá guardia en tu buena muerte, ni resonarán las notas de Chopin cuando el sol se pierda la noche de un Viernes. No se apagarán las luces a su paso porque, seguramente, lleven bastante tiempo apagadas.

Habrá oración, probablemente más que nunca. Al menos, debe haberla. Quizás nos demos cuenta de lo que vale todo aquello que damos por sentado a diario y que nos puede ser arrebatado de un solo plumazo. 

¿Qué te voy a decir yo que tú ya no sepas? Así somos los cofrades, ya lo sabes. Este año no estarás en la calle, ni Tú ni tu Bendita Madre. No es el final, no puede ser el final. Pero, quizás, este año estés más presente que nunca en nuestros pensamientos. Será Semana Santa, aunque será diferente. Dios salve Málaga y que María Santísima la proteja. Así sea.