El por qué de la festividad de la Inmaculada Concepción

Ntra. Sra. de la Concepción durante el Domingo de Ramos | Arturo Higueras

Este 8 de septiembre, como cada año, el mundo católico celebra la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En España, esta festividad es además fiesta nacional (aunque durante los últimos años se ha intentado camuflar bajo el nombre de «Puente de la Constitución»). Pero, ¿desde cuándo se celebra? ¿Por qué en España es tan importante?

Se trata de una festividad que recuerda la Purísima Concepción de la Virgen, sin pecado original, desde el primer momento de la concepción. Su origen en nuestro país se remonta al año 675, cuando se celebró el XI Concilio de Toledo y se nombró al Rey Wamba como primer «Defensor de la Purísima Concepción de María». Tras el monarca, muchos otros compartieron el título: Fernando III, Jaime I o Jaime II.

La Batalla de Empel

Sin embargo, no es hasta el S. XVI cuando la figura de la Inmaculada Concepción cobra real importancia en España. Durante los días 7 y 8 de diciembre de 1585 tuvo lugar en los Países Bajos el conocido como «Milagro de Empel». Se trata de la batalla más conocida dentro de la «Guerra de los 80 Años».

Alrededor de unos cinco mil soldados españoles, comandados por el Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, se encontraban totalmente rodeados por el ejército enemigo de Filips van Hohenlohe-Neuenstein. La situación era fatídica para los tercios españoles, no solo por la superioridad estratégica y militar del enemigo, sino por las escasez de suministros y la continua lluvia. Así las cosas, el almirante holandés propuso a las tropas españolas un acuerdo de rendición honrosa. La respuesta fue contundente: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos.» Dicho frase forma parte del himno de los Tercios Españoles para la historia: «(…) Solo tras de muertos capitularemos (…)».

Enfadado por la respuesta española, el almirante Filips ordenó abrir los diques de los ríos Mosa y Waal para inundar el campamento enemigo. Tras ello, los Tercios del Maestre Arias de Bobadilla se vieron replegados al pequeño monte de Empel. Cuenta la leyenda que, mientras un soldado español cavaba en la elaboración del campamento, se encontró una tablilla flamenca con la imagen de la Virgen Inmaculada. Considerando aquello un milagro, el Maestre pidió a las tropas que rezaran y se encomendaran a la Inmaculada imagen de María para dicha batalla.

Aquella misma noche, tras una ventisca, las aguas del Río Mosa quedaron completamente heladas permitiendo a las tropas españolas atacar por sorpresa al enemigo el día 8 de diciembre consiguiendo una victoria rotunda sobre el ejército de Van Hohenlohe-Neuenstein. Tras esta hazaña fue el propio almirante holandés quien pronunció otra frase para la historia: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro«. De esta manera la imagen de Inmaculada Concepción de María se convirtió en Patrona de los Tercios de Flandes e Italia.

Cuadro del Milagro de Empel de Ferrer-Dalmau | europapress

La Festividad en el S. XVIII

Tras casi un siglo de pública devoción, en 1644 se declaró la Inmaculada de Concepción como fiesta de guardar en el 8 de diciembre de cada año (mismo día de la batalla de Empel). En 1760, tras la petición del Rey Carlos III (uno de los monarcas con el título de «Defensor de la Purísima Concepción de María»), el Papa Clemente XIII declaró a la Inmaculada Concepción como Patrona de España y las Indias. Años más tarde (1771), Clemente XIV estableció los colores de la Orden de la Inmaculada Concepción en blanco y azul mediante una bula papal, razón por la que las imágenes marianas se visten así en esta época del año. Como curiosidad, es el único momento del año en el que los sacerdotes (solo los españoles) pueden vestir casulla azul tras una bula del Papa Pío IX en 1864.

Pese a la importancia que ya tenía en España, no fue hasta el año 1854 cuando el Papa Pío IX declaró la festividad de la Inmaculada Concepción en todo el mundo católico, permaneciendo la fecha fijada en el 8 de diciembre.

Nueve meses después de la Inmaculada Concepción de la Virgen se celebra la Natividad de María (8 de septiembre); sin embargo, según refleja la historia, las celebraciones de la Natividad -instituidas en el 722 por Gregorio II- son mucho anteriores a la Inmaculada Concepción. Por lo tanto, la coincidencia temporal entre la conmemoración del nacimiento de la Virgen en el 722 y la aparición de la imagen de la Inmaculada Virgen en la Batalla de Empel casi mil años después resulta, cuanto menos, soprendente.

Fuese o no la Concepción el 8 de diciembre, lo cierto es que desde hace casi cinco siglos la Inmaculada Concepción de la Virgen es una de las grandes fiestas en España. En Andalucía, más de una decena de localidades están encomendadas a esta imagen, siendo además la Patrona de la Diócesis de Huelva y Jerez.