
Esta Cuaresma nos detenemos en uno de los retos más importantes que deben afrontar las cofradías en los próximo años. Málaga ha crecido mucho -quizás demasiado- y, como toda capital moderna, ha comenzado a despoblarse. Los malagueños ya no viven en un centro histórico plagado de apartamento turísticos, terrazas y ruido.
En este contexto, las cofradías se encuentran hoy con barrios que no son barrios y con unos hermanos que en su mayoría hacen vida en la periferia. Cada vez se hace más difícil acudir al centro (aparcamiento, horarios, etc) y esto supone un importante revés para la vida de hermandad: cultos, convivencias, ensayos…
Repasamos en este artículo esta deslocalización cofrade y cómo se reparten las cofradías por la ciudad.
Málaga centro: casco histórico
11 de las 40 cofradías que forman nuestra Semana Santa tienen su sede en el casco histórico: Fusionadas, Dolores de San Juan, Pasión, Huerto, Columna, Estudiantes, Penas, Sepulcro, Sentencia, Rico y Viñeros.
Otras 5 fijan su sede en una zona limítrofe con el centro: Sangre, Santa Cruz, Salutación, Paloma y Pollinica. En definitiva, casi un tercio de las hermandades están en el mismo centro.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, actualmente hay más apartamentos de alquiler registrados que personas en el censo municipal en esta zona. ¿Cómo puede tener arraigo e impacto social en su feligresía una corporación que desarrolla su actividad rodeada de pisos para turistas? Efectivamente, cada vez resulta más complicado.
Málaga noreste/sureste: barrio del Perchel y de la Trinidad
Las cofradías de los barrios más próximos tampoco lo tienen nada fácil. Especialmente complicado lo tienen las 6 corporaciones del Perchel que, con excepción de Misericordia y Expiración, actualmente se sitúan en una zona deteriorada y vaciada. Hablamos de Esperanza, Estrella, Dolores del Puente y Mena.
Solo el arraigo histórico de la mayoría de ellas compensa el hecho de que el Perchel es un barrio venido a menos que está en pleno proceso de reconstrucción.
La Trinidad sí que está en una situación más favorable. A pesar de ser un lugar que, por zonas, está algo deprimido; sí que conserva un número importante de vecinos. Allí la devoción se concentra, además de en el Cautivo, en otras 3 hermandades: Zamarrilla, Traslado y Salud.

Málaga noroeste: barrio de la Victoria, Molinillo, El Ejido y Capuchinos
De mayor salud gozan las cofradías localizadas al norte de la ciudad, donde el número de apartamentos turísticos es más bajo y los malagueños son amplia mayoría. Hablamos aquí de 10 corporaciones: Rescate, Rocío, Amor, Humildad, Monte Calvario, Prendimiento, Crucifixión, Dulce Nombre, Salesianos y Piedad.
En este núcleo urbano sí que existe una vida social amplia, alejados de la agresiva hostelería y con amplias zonas residenciales que conservan mucho movimiento. Estas feligresías cuentan con una vida parroquial más activa e, incluso, con colegios como Maristas o La Goleta que sirven de ‘cantera’ para futuros hermanos.
Otros casos: Malagueta, Nueva Málaga, Cruz Humilladero y Huelín
En última instancia quedan aquellas cofradías definitivamente lejanas al centro: Descendimiento, Mediadora, Humildad y Paciencia y Nueva Esperanza. Especialmente estas tres últimas -aunque recientes en el tiempo- gozan de una envidiable salud en cuanto a crecimiento y hermanos se refiere.
Las corporaciones en estos puntos se alzan como el corazón devocional de cada barrio y vertebran gran parte de su geografía en cuanto a religiosidad popular se refiere. La considerable distancia que los aleja del centro hace que, en la práctica, parezca que residan en una ciudad completamente distinta donde este problema apenas está presente.
¿Cuál es el futuro de las cofradías que no cuentan con un barrio a su alrededor? ¿Conseguirá la tradición familiar subsanar la falta de proximidad? ¿Veremos a medio plazo cofradías con serios problemas de masa social hasta el punto de cuestionarse el culto externo? ¿Es sostenible este modelo de ciudad?
Muchas interrogantes quedan por resolver, pero de lo que no cabe duda es de que las cofradías deben trabajar durante todo el año para hacer vida de hermandad. Cueste lo que cueste. Solo eso servirá de garantía para que nada se marchite. En nuestras manos está.