Artola, Alexa y Teresa Porras

Ahora que nadie nos oye, voy a confesarte que soy más de palio que de misterio. En esas mañanas de traje, gomina y perfume de aquellos -ya parece que añejos- Domingos de Ramos, el primer palio que solía ver era el de la Virgen del Amparo. Seguramente compartamos el placer por escuchar el sonido que desprende bien entrada la mañana por las calles del Molinillo. El sonido que tiene ese palio es el más característico e inconfundible de la Semana Santa de Málaga.
Otro de los sonidos que recuerdo a la perfección es el de los platillos de, por entonces, la Banda de Música de la Esperanza. Con suerte, se interpretará “Virgen del Amparo” de Artola, pero el nivel de felicidad en ese momento es tal que da igual todo. Incluso puedes llegar a aceptar “María Stma. Del Amparo”, de Molero Luque.
El año pasado tuvimos una Semana Santa anodina a lo que la música se refiere. Pasamos de escuchar a Artola en directo a confiar en el altavoz de nuestro móvil, pudiendo resumir esta extraña experiencia en un: Alexa, play “Virgen del Amparo”. Y claro, no es lo mismo. Este año tendremos algún que otro concierto en directo en las azoteas de la Casa Hermandad del Sepulcro y en la del Palacio Episcopal. Además, Alexa pasará a llamarse Teresa Porras, que ha instalado más de treinta altavoces por el centro de la ciudad para reproducir marchas procesionales. La batuta habrá pasado así de Artola a la concejala en un visto y no visto. En fin, esperemos que el tempo de la vacunación sea allegro y todo vuelva a su sitio pronto.
Todo esto nos lleva a pensar en la dependencia que tenemos los cofrades- y algún que otro semasantero a partir del Miércoles de Ceniza- de la música procesional. Es innegable el desarrollo y la explosión de calidad que ha tenido en los últimos diez años el género, pasando de ser un mero acompañamiento para los tronos a convertirse actualmente un elemento independiente e indispensable dentro del concepto de procesión. El hecho de que nuestras bandas hayan aumentado el número de componentes, la calidad y, sobre todo, la competencia tanto en Málaga como en Andalucía, hace que algunas de ellas sean consideradas “orquestas andantes”. Se han ganado esa independencia, no solo dentro del mundo cofrade, sino también dentro del musical. Han instaurando un género único y propio.
Démosle ahora la vuelta a la tortilla. Los cofrades más tradicionales podrían pensar que a la música procesional se le da una importancia desmedida y que vive en una burbuja creada por la incuestionable mejoría de las bandas, pero, sobre todo, por la opinión pública. Esta burbuja ha hecho que los contratos sean más caros cada año, ascendiendo a los 3.000-4.000 euros en las bandas “más normales” o incluso a los 10.000 en las mejores bandas. Partiendo de esta premisa planteo… ¿Cómo afectará la pandemia al nivel de las bandas? ¿Será este parón el alfiler que termine explotando la burbuja en la que viven las bandas?
Resulta complicado pensar que mantendrán el nivel “preCOVID” cuando vuelvan a la calle. Muchas llevarán más de dos años sin ensayar de forma regular y muchos componentes, por diversas razones, dejarán de tocar. Las bandas, tan castigadas por las autoridades durante la pandemia, deberán reinventarse de nuevo y sobreponerse a lo que parece que será la explosión de la burbuja de la música procesional en la que vivíamos. Ahora bien, las hermandades también deben comprender la situación de las bandas y, por supuesto, que las decisiones musicales sean tomadas por personas que tengan conocimiento en la materia. Quizás haya menos dudas en que, tarde o temprano, las bandas recuperarán su nivel y consolidarán el género de la música cofrade para la posteridad.
Los cofrades somos felices con poco. La mejor terapia para la depresión estacional que vivimos es, sin duda, el sonido de ese palio de la Virgen del Amparo y el de los platillos que anuncian la marcha que le compuso Artola allá por 1986. Por muchas ganas que se le pongan, no es lo mismo que pedirle las marchas a Alexa o a la mismísima Teresa Porras. Alexa te obedece pero, a pocos días de la primera luna llena de la primavera, me temo que no será suficiente. En cuanto a los altavoces de la asistente virtual de Paco de la Torre, intentarán convertir para los forofos rurales la calle Casapalma en el Paseo de los Tristes para los oyentes mainstream de Víctor Manuel Ferrer; o que la Calle Victoria pase a formar parte del Barrio de la Calzada de Sevilla para los más fieles a Abel Moreno. Ya saben, las malas costumbres fueron las primeras que se vacunaron.